Hay pocos entrenadores que hayan tenido más influencia en el juego de sus equipos que José Luis Mendilibar en el Eibar a lo largo de los últimos años. Si de algo se ha caracterizado el conjunto armero desde la llegada del técnico de Zaldibar en 2015 es por ser un equipo de autor con mayúsculas, fiel a los principios de su entrenador y con la convicción necesaria para ir hasta el final con esas ideas incluso cuando las cosas no terminan de funcionar.


Mendilibar fue capaz de convertir a la cenicienta de la categoría en un bloque atrevido y sin complejos, capaz de mantener su esencia contra todos los rivales, sin importar el tamaño y la magnitud de las estrellas que estaban enfrente. La afición y los propios jugadores -muchos de ellos de entrada escépticos por la manera de ver el fútbol de su técnico- se contagiaron del atrevido estilo de juego de un Mendilibar que ha conseguido hacer rendir al Eibar por encima de sus posibilidades.


El equipo armero mandó la pasada temporada por delante de Real Madrid y Barcelona en algunas estadísticas como las de ser el conjunto que más centros colgó al área, el que más balones recuperó o el que más tiempo estuvo en campo contrario. Sumó menos puntos que en anteriores campañas, pero Mendilibar se marchó de vacaciones con la sensación de que su equipo había jugado mejor que nunca a lo que él quería. El Eibar fue más Mendilibar que nunca.


Sin embargo, el principal mérito de vizcaíno es el de haber hecho rendir a sus futbolistas por encima de sus posibilidades. Muchos de ellos han bajado de nivel cuando han volado de Ipurua al no tener como referente al vizcaíno, que cada campaña se ha tenido que amoldar a los cambios sufridos. No ha habido un verano en el que no haya perdido piezas importantes y pese a ello ha logrado mantener el nivel competitivo del Eibar, haciendo en algunas casos buenas decisiones que se tomaban en los despachos.


La situación ha cambiado este curso. Los azulgranas tienen más puntos que sensaciones hasta el momento. El juego del equipo está lejos de lo que quiere el entrenador y es muy posible que estemos ante el Eibar menos Mendilibar desde la llegada del entrenador vizcaíno. Le cuesta sacar provecho presión alta en campo contrario y no está robando muchos balones en campo contrario, por no hablar de la escasa participación de los laterales y el poco rédito que le está sacando a los centros laterales.


Los fichajes están lejos de lo que se esperaba de ellos y el técnico no confía en ellos. Prueba de ellos es que en el último mes de competición solo Inui ha sido titular. El problema está en que las vacas sagradas tampoco atraviesan su mejor momento. Todo ello ha convertido al Eibar en un equipo manso en ataque y con problemas para contener a los rivales, que aprovechan los espacios que deja sin balón para llegar con facilidad al área de Dmitrovic.


A Mendilibar no se le puede reclamar que cambie cosas porque lo ha probado casi todo. Ha apostado por tres sistemas diferentes en 14 jornadas y todos los jugadores han sido titulares en algún encuentro -a excepción de Esteban Burgos-. Parecía haber dado con la tecla tras las victorias ante Villarreal y Leganés, pero las derrotas contra Real Madrid, Alavés y Real Sociedad y, sobre todo, el discreto juego desplegado han vuelto a encender las luces de alarma.


El técnico vasco volverá a mover las piezas este domingo contra el Getafe en busca de una reacción. Pero por encima de sistemas, lo que necesita Mendilibar es recuperar para la causa a jugadores como Enrich, Pedro León o Ramis y conseguir que los nuevos interioricen de una vez por todas lo que les pide. Sólo así el Eibar podrá recuperar su esencia y volver a ser ese equipo descarado e incómodo que era hasta hace poco.


No es ésta una situación nueva para Mendilibar, que ya fue capaz de salir de la crisis que vivió hace dos años a estas alturas del curso. En Ipurua todos mantienen su confianza en el entrenador y nadie ve motivos para que no pueda revertir la situación que atraviesa el Eibar. Saben que está en manos de Mendi sacar al equipo de la zona peligrosa. Va a morir con sus ideas y la permanencia pasa por que el de Zaldibar vuelve a sacar su varita mágica para hacer rendir a los suyos por encima de sus posibilidades.