El cuadro culé visitaba Old Trafford con la necesidad de olvidar la derrota de Roma del año pasado. Y lo ha conseguido en parte al vencer (0-1) pero tras dejar una imagen que no es la deseada. Sin embargo los de Ernesto Valverde se llevan un gran resultado al Camp Nou para dentro de seis días. Es la primera victoria de los catalanes en el Teatro de los Sueños.

Con Roma en el recuerdo, hace hoy justo un año, Manchester. Nueva parada del FC Barcelona para redimirse del traspiés que ha perseguido al equipo de Ernesto Valverde, y especialmente al entrenador, en los últimos 365 días. Pese a haber ganado Liga, Copa del Rey, Supercopa de España y tener muy cerca de nuevo las dos primeras. La Champions League es otra cosa. Los sabía Lionel Messi, que en agosto manifestó su deseo de reconquistar la Orejona tras el trienio ganador del Real Madrid. Lo sabían todos los jugadores, cuerpo técnico, directiva, aficionados… Todos los estamentos de la entidad (bastaba con echar un vistazo hoy a la prensa) anhelaban este día para redimirse, para quitar un sambenito que les acompaña desde hace tres años, los mismos en los que el eterno rival reinaba sin oposición. Y llegaba el club azulgrana a este partido con el subidón de haber encauzado la Liga ante el Atlético de Madrid, visitando a un Manchester United que sobre el papel parecía inferior, pero que había resucitado de la mano del siempre talismán Ole Gunnar Solskjaer. Escenario grande (Old Trafford), partido pata negra de la Champions League (han jugado ambos clubes dos finales en la última década)… Ingredientes a priori suficientes para que los visitantes lograran al fin convence fuera de casa en Europa, su gran talón de Aquiles en estos últimos años.

Y el encuentro comenzó de una forma inmejorable para los catalanes, ya que apenas llevábamos 12 minutos de juego y los visitantes dominaban la pelota ante un rival timorato, con una cautelosa defensa de cinco hombres planteada por el entrenador noruego, buscando mantener al rival lejos de David De Gea. Y decíamos que empezó de la mejor manera posible porque, tras un par de saques de esquina intrascendentes y mucha posesión azulgrana, Sergio Busquets (bastante errático en el resto de facetas del juego), encontró con un buen pase a Lionel Messi en el área, quien tras revolverse puso un buen balón a Luis Suárez para que anotara con suspense, de cabeza. Hubo VAR, pues el linier había anulado el gol en primera instancia, y después supimos también que el tanto era de Luke Shaw en propia meta, lo que alargaba aún más la terrible racha del uruguayo, sin marcar fuera de casa en Europa desde el 16 de septiembre de 2015. Un gol que daba premio pronto al FC Barcelona, a quien se le ponía todo de cara. Manejaba la pelota, su rival apenas inquietaba y ya había hecho los primeros deberes. Pero, como hemos visto en muchas ocasiones esta temporada, el equipo de Ernesto Valverde volvió a contemporizar y a bajar una marcha con viento a favor.

Este paso atrás evidente fue detectado pronto por el equipo inglés, que tras comenzar el encuentro esperando en media cancha, decidió ejercer una presión alta que provocó rápidamente nervios y pérdidas en el bando catalán. Cierto es que el mayor botín del primer acto fue la amarilla a un Sergio Busquets que jugó condicionado todo el duelo (y que pudo haber visto otra en el minuto 3), pero los diablos rojos lograron despertar y meterse en el partido tras haber salido bastante fuera de la eliminatoria en los primeros minutos. El cuadro culé se dedicó a esperar su momento, una contra que bien pudo ser el segundo gol si David De Gea no hubiera realizado una parada milagrosa con el pie a tiro de Philippe Coutinho. Mientras tanto los de Ole Gunnar Solskjaer acumulaban llegadas, y algunas ocasiones claras como un remate de Dalot al final de la primera parte, que con todo a favor conectó mal su cabezazo. Messi no aparecía y el FC Barcelona no lograba salir cómodo desde atrás. Pero, a diferencia de otras eliminatorias, había encontrado pronto el gol y también daba la sensación de que si mantenía la solidez defensiva, podría hacer más daño con el paso de los minutos si el argentino entraba en escena. En el bando local, la figura de Paul Pogba comenzaba a emerger en el centro del campo y eso era el mayor peligro posible para los españoles.

El FC Barcelona mantiene la renta

Esa misma sensación de servicios mínimos del FC Barcelona siguió en el inicio de la segunda parte, con una versión azulgrana igual de plana y con poca mordiente ante la meta de David De Gea. Aunque también es cierto que no sufrió demasiado atrás ante un rival cada vez más inocuo, que pese a haberse hecho con el centro del campo no inquietó demasiado la meta de Marc-André Ter Stegen. Notaban probablemente los culés el cansancio del esfuerzo ante el Atlético de Madrid, pero también se notaba un cierto temor a descubrirse demasiado si se volcaban en ataque tras haber marcado pronto. Y lógicamente los diablos rojos trataron de apretar en casa. En este punto Ernesto Valverde, que hace un año en Roma mostró una inquietante parálisis, reaccionó pronto con un doble cambio que dio otro aire al cuadro azulgrana. Especialmente con la entrada de Sergi Roberto como centrocampista, que dio bastante seguridad en la medular, control y hasta ocasiones de peligro en el área de David De Gea, a quien solamente había inquietado Luis Suárez tras un gran pase de Nelson Semedo. Así que poco a poco el combinado catalán se iba haciendo con el control, pero siempre con cierta sensación de haber dejado pasar mucho partido, como en Lyon.

Así, a la espera de alguna acción que pudiera suponer algún cambio más en la eliminatoria, el FC Barcelona quiso jugar con el marcador y es lo que finalmente pudo hacer. Porque no encajó fuera de casa y marcó, algo que no había hecho en esta misma ronda en las últimas temporadas. Así que sin duda el resultado es más que bueno en un partido delicado por lo emotivo y por el esfuerzo de tres jornadas de Liga en apenas una semana. Eso si, fue más bien un trámite que un partido brillante, un encuentro en el que hacer los deberes solamente y con la vista puesta en la vuelta, dentro de apenas seis días.

Para ese partido, Valverde ya podrá rotar sin complejos y dejar a los titulares en casa ante la visita a Huesca, en la que salvo sorpresa no veremos a ninguno de los que hoy jugaron de inicio, pues apenas hay tiempo para recuperar. Los diablos rojos, en cambio, tienen un choque importante ante el West Ham este mismo sábado en su lucha por la cuarta plaza. Y seguramente en el Camp Nou veamos otra versión culé diferente a la de hoy. Pero cuidado, porque tiene dos precedentes cercanos el equipo azulgrana para no relajarse: por un lado lo que pasó en Roma hace un año. Y por otro lado tenemos el partido de París de este mismo año, que los ingleses remontaron contra pronóstico con un marcador más abultado. Y tiene una última lectura este encuentro, y es que para semifinales el FC Barcelona, si mantiene la renta y sella el pase, deberá mejorar notablemente porque el Liverpool (a menos que el Oporto lobre el milagro) no pondrá tantas facilidades.